martes, 25 de diciembre de 2012

PABLO de ROKHA (CHILE, 1894 - 1968)


Mordido de canallas, yo fui el gran solitario

 

Mordido de canallas, yo fui "el gran solitario
de las letras chilenas", guerrero malherido,
arrastro un desgarrado corazón proletario
y la decisión épica de no caer vencido.

Sobre la patria arada de espanto, mi calvario
chorrea sangre humana, y un sol despavorido
me va ciñendo el cuerpo de fuego extraordinario,
como un caballo de oro con el freno perdido.

Irreductible al látigo, salvaje e innumerable,
el instinto social me da el imponderable,
y descubro un subsuelo que el drama humano aprueba.

Con tu recuerdo, al hombro, mi rol específico,
y como andando solo, en ti me identifico,
fundo con tus cenizas una religión nueva.


 

Ahora yo me acuerdo (fragmento)

 

Ahora yo me acuerdo de Licantén, orillas del Mataquito,
me acuerdo de la casa aquella, como de polvo, con duraznos, con
membrillos, con naranjos, con un farol, sí, con un farol en la
esquina de la noche y con palomas
llorando más arriba del pueblo del sueño,
me acuerdo de la tía Clorinda, oliendo a chicha florida, y de don
Custodio y de la Rosa y de la Flora Farías y de la beata doña
Rosario y del Oficial Civil y del cura don Liborio,
me acuerdo de los chicharrones y de los pigüelos y los causeos de
don Vicho, y del poruña Abdón Madrid y de la tonta Martina
y del compadre Anacleto y del borracho Juan de Dios Pizarro y
Juan de Dios Chaparro,
me acuerdo de las piaras costinas, tan olorosas a cochayuyos y a
sentimientos de Iloca,
y me acuerdo de los lagares, ciertamente, de los lagares del buey,
arrumados en los graneros, llenos de huevos y herramientas,
"entre junio y julio"
y me acuerdo de las botas y las mantas españolas de mi abuelo,
me acuerdo de la media rayada del silabario y de las enredaderas
polvorientas de la escuela,
y después, Talca, la ácida, la árida Talca,
la lluviosa ciudad negra, seria, fea y atribulada, de santos de
sombra y de aceitunas,
la vieja escuela cluequeando entre los tamarindos,
la vieja escuela primaria, la vieja escuela primaria, y don Tomás,
el preceptor don Tomás, sí, don Tomás, el amigo de Dios, y las
bolitas,
y el volantín azul arriba de la provincia enmohecida,
aquella gran bronconeumonía y los anchos armarios de
carretillas y la vida de Colón, la vida de Edison, la vida deWashington con monitos, y los lacrimatorios del mapa-mundi,
y las matitas de poroto y de zapallo creciendo, ardiendo en los
extramuros del alma,
los caminos de estatuas, apuntalando un sol cuadrado y polvoso,
y los himnos escritos en la piedra, por la oscura mano que nadie
conoce,
[...]
y después, después, las niñas Pinochet
y las cacerías y las borracheras en la montaña, adentro del
espíritu irreparable,
y los versos honestos entre los sembrados, los espinales, los
viñedos y las islas profundas de Pocoa,
que era lo mismo que un causeo de invierno, que era,
y después, el niño inhábil, el confundido, el planetario,
a patadas con los manicomios,
y las cartas lluviosas: "estudia, hijo, las cosechas van
malitas, a la bodega vieja se le cayó el cielo
y a la Chepita un diente, ¿qué te sucede?...
cobra un giro y reza por nosotros, el año inútil, hijo, sí, el año
inútil,
tu mamá te manda un pavito, abrazos, ojuelas y charqui de la
guitarra,
aquí, ya hay violetas, cuídate, van aceitunas, patitas de chancho,
miel, quesitos de cabra, murió el rucio Caroca, tu padre,
Ignacio"...


 

Cantar

 

Te busqué en los mares,
te busqué en las tierras,
¡no te ha visto nadie
y todo lo llenas!

Rumbo de la vida,
ilusión cansada
¿en qué pueblo habitas
y cómo te llamas?

¡Seguir caminando
sin ver el camino!
¡Llorar lo pasado
y lo no venido
con el mismo llanto...!

domingo, 16 de diciembre de 2012

RODOLFO HINOSTROZA (LIMA,PERÚ,1941)

 

 

Con una camioneta llena de chicos soñolientos




Con una camioneta llena de chicos soñolientos
Regresamos a Lima la tarde del Domingo
Cuando la luz declina y en retrovisor
Se desdibujan pueblos polvorientos
Encallados como paquebotes en el desierto humeante
Y de pronto avistamos el mar enrojecido
Mis hijos se despiertan balbucientes, nos tocan sus manitas temblorosas
Y la felicidad, salvajemente, nos roza con sus alas

                                   Dó están ahora, amigo mío,
Los crepúsculos metafísicamente atormentados de París
Dó mi psicoanalista
Que hurgaba con un palito mis llagas purulentas
Hasta hacerlas sangrar rojos fantasmas
Dó las mujeres espléndidas y locas
Que apasionadamente disputaban
Mis despojos de poeta perdido entre dos siglos
Desamparado y cínico

Se han hundido en la bruma de los días
Las ocasiones desaprovechadas
Los viajes minuciosamente desolados
Los poemas que no fueron escritos
Las reconciliaciones perdidas para siempre
Las ambiciones que no fueron colmadas
Los hijos abortados sin un grito

El pasado me asalta sin un ruido
Desde el fondo del Misterio Inmenso e Insondable
Y sin melancolía se queda atrás tirado
Entre dos luces de la carretera
Que avanza sin detenerse
Así como crecen mis hijos implacablemente
Y mi vida se llena de sentido
Mientras regreso a Lima la tarde del Domingo
Con un puñado de niños soñolientos,
Quemados por el sol, sucios de arena,
Con huellas de divinidad en las narices…

jueves, 13 de diciembre de 2012

TASOS DENEGRI (ATENAS,1935)



La dulzura del nihilismo


Tengo la libertad de la caída
esta caíida
es mía
y me pertenece.

27 de mayo 1972
de La sangre del lobo



Confesión

El señor es médico
la patrona es su mujer;
tienen un perro pastor
al que quieren mucho.

No me dejan comer con él.


Marzo de 1986
de La situación de las cosas



traducción del griego Nina Anghelidis-Spinedi,según la versión que aparece en Nexo Literario,Año 1 - Nº2 - Octubre de 1993.

viernes, 30 de noviembre de 2012

EDNA ST. VINCENT MILLAY (U.S.A 1892-1950)




Y tú también debes morir,amado polvo,
y de nada te servirá toda tu belleza;
esta mano inmaculada y vital,esta cabeza perfecta,
este cuerpo de fuego y acero,ante el vendaval
de la muerte,o bajo su helada otoñal,
será como una hoja,estará no menos muerta
que la primera hoja que cayó...,esta maravilla desapareció,
alterada ,enajenada,desintegrada,perdida.
Tampoco mi amor te servirá cuando llegue tu hora.
Pese a todo mi amor,te levantarás
por encima de ese día y vagarás por el aire
a tientas,como la flor desatendida,
y no importará cuan hermoso hayas sido,
ni cuan querido por encima de todo lo demás que muere.

(soneto dedicado al poeta Arthur Davidson Ficke )




según la versión que aparece en  Edna St.Vincent Millay - Belleza salvaje - Nancy Milford - Circe - Barcelona - 2003 - Traducción de Beatriz López-Buisán.

viernes, 21 de septiembre de 2012

DAVID HUERTA (MÉXICO,1949)

                                               



INCURABLE  (Fragmento)


Capítulo I

Simulacro




El mundo es una mancha en el espejo.

Todo cabe en la bolsa del día, incluso cuando gotas de azogue
se vuelcan en la boca, hacen enmudecer, aplastan
con finas patas de insecto las palabras del alma humana.

El mundo es una mancha sobre el mar del espejo,

una espiga de cristal arrugado y silencioso,
una aguja basáltica atorada en los ojos de la niña desnuda.

En medio de la calle, con el ruido de la ciudad como otra ciudad

conectada en la pantalla de la respiración,
veo en mis manos los restos del espejo: tiro todo a la bolsa y
sigo mi camino,
todo cabe en la bolsa del día, incluso la palabra incluso,
un manchón negro en la línea que se va deshojando en la boca.

Si me acercara, con un sonido genital y absolutamente húmedo,

tocando las paredes del miedo con manos espaciosas y una
circulación de letras aplastadas contra la linfa color de olvido;
si me acercara, seco y coordinado en los pliegues, oyendo el paso
de los otros en el techo,
una legión sorda, un estertor de marabunta, un hueso
desmoronándose,
una lluvia caliza por el suelo, en el paladar;
si me acercara, si desmenuzara una figurilla con los dedos que
gotean vino;
si me procurara un placer, un desvío, un tocamiento de nubes o
un roce plateado,
un manoseo en el oro, un deslizarse en la entrepierna de los
muebles para dormir ahí un sueño de saliva y silencio;
si me acercara, dando en el tiempo un acorde caliginoso, un tempo
fúnebre de reunión a oscuras...

¿Cómo comprobar entonces que estás ahí,

construido en el plinto de tu ser sujeto, continuo y manifestado
como un dato hundido en el fango de la evidencia,
pensando en medio de las cosas, entero y positivo como un
número estupendo? ¿Cómo saberlo, cómo sacarte de la
multitud.
del tiempo, de los apretados espacios ponerte frente a mis ojos
como un discurso impreso,
como una tinta fluvial en las venas del mediodía?
¿Cómo sentir el jugo de tu vuelo, tu anatomía que fluye entre los
objetos maltratados;
tu percepción que registra el mundo como lo que es, la mancha
en el espejo, el simulacro?

Mundo foliado, espacioso, apretado: riqueza sumergida en la

extensión del constante naufragio,
las palabras del alma selladas con un frío fuego, una flama
desprendida de las cuerdas del sábado,
un fulgor bruñido y biselado contra el pecho de los recién nacidos.
Mundo de signo y de silencio, mundo manifestado,
con sus seres atados y sus congelamientos al borde, su
derramamiento neutro,
su orilla abstracta, su cartílago ciego.
Mundo de ser, de no-olvido, establecimiento de ruina y
llamarada.
Mundo de olvido, un revés negro, barnizado con los datos de la
proximidad,
temblor del no-ser: cajas transparentes atraviesan las orillas del
incendio como almendras cargadas de sentido,
un sentido de mundo en regreso, un retorno enmascarado, perros
en el callejón de la noche muerden las nalgas de los viajeros que
se bajaron en la estación equivocada,
la cerrada sala donde le reciben para consagrarte a tu propio
fantasma, entre tazas de té, peltre, porcelanas, galletas
fúnebres,
la pared que exclama con un ardiente ojo de buzo que en sus
piedras puedes ya sumergirte, para descubrir, en los pliegues,
un continente minucioso, atlántidas intramuros, vaticanos espesos
de tesoros absurdos,
micenas lastradas por desconsuelos concretos, escrituras arcaicas
jeroglifos velocísimos que
te esperan bajo la piedra serena, gris, política, adverbial.

Larvas o simulacro de Egipto, el mundo es una abertura en el

agua del espíritu, muesca
en el tiempo y en el espacio, hendedura sutil o desesperada.

Dominios del vientre de la cosa, la material, reino y pasto

del mundo,
yesca dormida en el navío de las palabras,
encendimiento, línea del canto, capitular de las palabras
iniciales,
objeto lloroso o consumido, sequedad, baba, veloz certeza
y muelle de todos los fantasmas.

Materia del yo, un descenso órfico en el deseo,

un tocamiento de lo que se derrama, sin centro ni asidero,
un pozo limitado por el norte de las palabras y el sur infernal o
egipcio
de lo reprimido, postergado, diferido, abandonado en los jardines
horrendos del pasado.
Un collar de quietud rodea los espaciosos milímetros del yo,
un silencio blasfemo, un ídolo entre las manchas.
Ah, las cosas y la materia del yo, como un humo paralítico:
charcos, tarjetas perforadas, jazmines, gavetas, ceniceros, gansos,
páginas, ferrocarriles
—las teclas, pulsadas con un dedo y otro, el yo encerrado en las
caras augustas de la civilidad,
transido y tambaleantes. Luego la errancia, el desprendimiento:
un hacia, las varillas del abanico que se abre en los alveolos
para que respires un mar en cada sorbo, una playa en la lengua
que tocaba las bordadas comisuras de la muerte o el trabajo,
un rincón para estirar las piernas como un coloso, fumando el
azul despliegue de la vida, en la luz que roza las instantáneas
babilonias de la vacación.

Anadiomena, niña en harapos, epifanía en la sal de los torrentes,

pedazo de Niño en la tela del mundo: modo del abrazo,
llama en la oscuridad, extravío y dolor estriado de placer.
Lo que en Anadiomena no es persona levanta sus constelaciones
rumbo a tus argumentos,
duración en libertad inscrita en el maelstrom de sus ardientes
diferencias.

Cosido a la secreción por los bordes de mi traje-centauro,

avanzo en el chisporroteo de las diferencias, labrado en el
segundo y consumido siglos más tarde cuando el minuto acaba,
con mi máquina de sentir edificando partenones a mi paso,
escribiendo en el nomadismo el parche o la sutura de donde surjo,
exhausto en mi boca-mediterráneo y diseminado, tan derramado
en la cinta del mundo
que la maleza del yo transpira como una excrecencia en el
desierto que dejo atrás,
conjugándome con las estrellas en reposo, expuesto al tiempo y
al espacio y a la materia,
como un grano de platino manifestado en las solemnidades del
Ente,
como un desperfecto obsceno en una estructura longilínea.

Adivinar en los almacenes de las palabras dónde se esconde el

rayo, el escondrijo del mundo en la bolsa del día,
la página mercurial que no ha sido escrita y cuya blancura está
recubierta con la tinta de los deseos desalojada por
los nombres,
vagabundeo en busca de esa adivinación en la escuálida y
pegajosa luz de este almacén,
abandonado por las noches y espolvoreado por el hisopo lejano
de un chispazo de fiebre: Este almacén de palabras
donde te sientes el oscurantista, el tuareg, el
animal, el monstruo en la laguna de las denominaciones,
el gato negro sobre las piernas de la reina de las palabras,
el intruso sin credenciales, el prófugo, el anegado, el ladrón
de instrumentos ortopédicos,
el que traga nueces con cáscaras, el que bebe el menstruo en una
copa pompeyana,
el que se asusta con sus propios reflejos, el que pena en la
madrugada de las vacaciones afantasmadas, el que se pone
verde
cuando piensa en su madre con las piernas abiertas y no
precisamente dándolo a luz,
el que tiene una lengua telescópica, el que se duele por ausencias
inventadas y por melancolías falsas,
el que baila una danza de gusanos, el que construye murallas
chinas en sus labios agujerados,
el que brilla como una brújula rodeada de nortes,
el que se lanza en la corriente para rescatar una dentadura
postiza como si fuera una civilización a la deriva,
el que sabe callarse en medio del estruendo, el que se pone las
manos en la entrepierna y aúlla como una hidra delirante,
el que se siente un islote y oye el rumor del mar en la
profundidad de los rostros.

El almacén de las palabras es un lugar extraño, húmedo, una

galería sigilosa, un hospital dormido,
Cardumen candoroso, con su latinidad a cuestas,
difícil, fosforescente como una omega 'en el pizarrón de las
etimologías'.
Ojiva o multitud, ramo de piedras, rocas, en el oro del nombre,
siemprevivas palabras, 'oscura siembra' en la cúspide sorda y
monumental del mármol sonoro.
El almacén es un espacio trémulo, una tecla genésica
que el mundo amplifica hasta la magnitud mortuoria del réquiem
o la súplica.
El almacén de las palabras: el almacén de las palabras.

Saturado en la diseminación, por los bordes del
no, exhibido en
las cosechas del silencio,
busco el margen, el medianil, el uranio de un linde, límite para
el dinosaurio que invade mis egiptos,
mis instrumentos blancos de tiempo, canosos, del movimiento que
me implanta en los espacios interminables.

Un sistema de máquinas horrendas invade el almacén,

un corte aquí, nueve allá: hervor de nombres, el cancerbero de la
historia hila con sus ladridos la camisa de los atormentados,
caen los siglos como pedruscos en lo negro de la medida,
en la ceguera de la totalidad: mundos lineales, tejidos al olor
de una cercanía, de una multiplicidad,
de un espanto arborescente que se agita en el sonido seco de un
chasquido que anuncia la eternidad.

Uvas, nombres a la deriva en las espaldas de la biblioteca,

autores y personajes pálidos contra el cielo del tiempo... y lo
que sobrevive son las uvas, sus oscuros fulgores,
planetas mínimos en el cosmos que simula el jardín. La tarde
serena está bordeada
por las uvas: la tarde, su perfil griego y su morado vinoso, sus
mitos, sus racimos de sombra neutralizada,
sus cavernosas ingenuidades, su naturaleza enorme y
desordenada.
La tarde, aquí, es un esplendor estadístico,
un sosiego de proliferación, un estallido múltiple. Cantidades
magnetizadas la bordean
—y más adentro fluyen las uvas como espectros germinativos
bajo los microscopios que nos habitan,
amplifican el mundo y nuestra soberbia de Conocedores.

Letra en las Pléyades, promontorio y profusión de lo que recubre

la escritura,
un modo de construir la ciudad del Sí Mismo para luego
deshabitarla
con el silencio de dejar de escribir, habitado por la tenue
blancura que deja el sabor de la estrella escrita
en el paladar fantasioso. Una blancura, una muerte,
un hacerse el muerto con el sueño desprendido junto a la
Cabellera de Berenice,
el sueño manchado de cafeína y derramado tres y seis veces en el
cuerpo anguloso de un cuaderno, de una página.
El Sí Mismo hurga en la escritura, en la escena, el texto de sus
errancias: quiere fundar una ciudad.
Una ciudad o una eternidad, un disfraz con su máscara roja para
ser el flujo demoniaco
que lo instale en el siempre labial de sus proclamaciones, como
edgarpoe en el poema de mallarmé, igualmente,
tel qu′en lui-méme enfin l′éternité le change, el grano milenario,
la llanura de sus centímetros propios,
los instrumentos del Sí Mismo para la cirugía de no-moverse,
como si la inmovilidad fuese la eternidad,
y no el fluyente cauce, la máquina que cede y recorta, la letra en
las Pléyades de toda escritura,
la Cabellera de Berenice que encanece furiosamente, iracunda en
sus mares astillados,
por la brisa tenaz de la escritura y de su progenie-minotauro: la
sedosa y ardiente carne de las imágenes.

Cambio, me modifico en los límites del mes,

en el zócalo del jueves, conociendo mi gerundial sangre en los
labios, mi puño ciego,
mi incorrección al vestir, mi genitalia archivada a las once de
la noche,
lejos de todo sexo y de todo calor, hirviendo de deseos por la
avenida San Juan de Letrán
y mirando el barniz del otoño alrededor de las cosas como una
cinta de hojas secas,
mirando la fecunda imagen de la ciudad siempre recién
descubierta,
las articulaciones de un mundo nuevo, de un mecanismo
planetario o lunar
que arrastra en su corriente fresca las cantidades humanas, las
estructuras vivas,
las magnitudes que rodea esta luz empapada de ruidos,
chasquidos, rumores, demoliciones que el instante opera
en el interior de los objetos y de los corazones expuestos bajo
el peñasco del minutero...

Modificado avanzo por los huecos babélicos, y modificándome

más aún hasta la raíz de los cabellos,
y Proliferando, fluyendo solo y silencioso, esmaltado por una
blancura de muerte que me instala en el centro de su grandiosa
almendra generadora, de su matriz lunar,
entre los pudrideros, entre la basura inmaculada y meditativa,
sorda acumulación que no cesa... Respiro en las
diseminaciones ficticias y azarosas del yo monumental,
funerario,
como un pulso de partículas, de caras, de mediterráneos, de
manos acercadas a mí, de especies, de hileras palpitantes
que se sumergen bajo mi peso en el asfalto nocturno, me rodean
y me sumergen a su vez
hasta las líneas negras de una población donde renazco ofrecido
al trazo reinante de la fiebre,
países petrificados en un contrasentido de avance y fluvialidad,
confederaciones deseantes que enganchan el mundo momentáneo
a la ceniza de los siglos, pálidas reuniones rotas por la
desfigurada cirugía de la historia
y sintetizada en los trémulos rasgos del ahora o nunca.

Me modifico en la sustancia extraña del mes, hago trámites, me

confundo y recuerdo, me visto y me confieso,
percibo los deslizamientos de la duración en la humedad marchita
de mi boca,
en el temblor amenazado de mis manos, en el funcionamiento de
mi estómago,
en las intermitencias de la debilidad física, laminillas de
niquelado cansancio en la llanura muscular,
en la resistencia cada día más débil que opongo a lo que
convengo en llamar las circunstancias.
(Es el invierno obstinado y obsesionante este lugar donde,
tembloroso y con los dedos manchados de tabaco, hago
cuentas
para sacar algunas conclusiones sobre mí: estoy en un invierno
que dobla, en el follaje del yo, un matinal espectro;
que dobla una metamorfosis árida; que dobla en fin la
aprisionada tela de la persona civil
y la deja, como un atado de ropa limpia, para la ingente y fértil
'próxima vez' del ciudadano que soy.)

domingo, 12 de agosto de 2012

DONALD SCHENKER (USA,1930-1993)



El hombre linterna


Aquí, en mi oscura habitación, él
me muestra el cáncer que lo mató.

Abre su camisa y allí está,
resquebrajándose en la jaula de su pecho
sin calor, sin humo, el brillo
que nos fue dado siendo niños.

Imagina eso todavía
ardiendo, así, tan luminoso,
y él acarreándolo consigo
por todo el camino hasta aquí. 





La lluvia

 
Sin diferenciarse del cielo,
ella se acerca en cuclillas
derrumbando árboles,
tomándose su tiempo,

y algo me dice que ésta es la hora.
La lluvia llegará aquí y me descubrirá
empapado y despavorido como todo el resto.
Porque ésta es la hora.Sé que es ésta.





Datos útiles sobre la danza de las vacas



para Bonney Meyer


La mejor época es antes de la primavera ,después de una
lluvia fresca ,cuando la tierra es blanda,el pasto como 
terciopelo.
La tarde es perfecta.Suspendidas en el alto azul
densas nubes de plata se deslizan a la distancia.

Elige tu sitio mientras viajas camino abajo.
detente a un costado,estírate, quítate los zapatos y
pasa por encima de la cerca.

Nota la delicadeza de tus pies descalzos
al avanzar hacia esas curiosas
vacas que están allí.
No disimules tu incomodidad.
Las muecas y el  lenguaje corporal de un dolor tan placentero
son atractivos para las vacas,así que no temas.

De hecho exagera. Canturrea un poco,
quizá algo que venías oyendo en el coche,
o un vals. Ponle más ritmo. Ríe. Canta. Siente
la verdadera vida en las amplias cavidades
de tu corazón y entonces

¿qué criatura no respondería?

Míralas balancearse,observa cómo ansían ser
vivarachas, desenvueltas, rítmicas, ligeras como tú.

Si huyen, es que estás haciendo algo
equivocado, no te mueves bien, desafinas.Trata de nuevo.
Siendo criaturas tímidas,
las vacas necesitan sentimientos verdaderos.
Recuerda esto no resultará si tu secretamente
te estás riendo ante la sola idea. Las vacas saben.


de El hombre linterna,Ediciones Recovecos,Córdoba,2012. Versión de Jorge Luján.







domingo, 5 de agosto de 2012

DANIEL OBLITAS (PERÚ,1983- 2011)



Invierno matinal


para él que me enseñó a trabajar
le deseo el doble de mis molestias
espero que siga ocupado
y cumpliendo horario

lo evoco
con mis labios partidos
por este invierno matinal
prensado en un autobús
marcho con el resto
a consumar mi pena




Muchacho provinciano


con mi mano derecha
me hago la cruz en el pecho
y marcho dispuesto a ofrecer
la fuerza de mis brazos

sobre mis hombros
está el peso de la madera
y todos los días
los clavos me despiertan



La resignación


como miembro vitalicio
de la clase laboral
me resigno a estar en el mostrador
saludando cordialmente los parroquianos

pero les confieso :
me gustaría ser el hijo de Al capone
vivir de su patrimonio
apadrinando fiestas indecorosas

dándole de beber
a cualquier sediento
cansado de su condición


de Céfiro labial, Huesos de Jibia, Buenos Aires,2010

domingo, 22 de julio de 2012

IDA VITALE (URUGUAY,1923)




El día,un laberinto


El día, un laberinto
donde sólo tienes la luz
                                      unos minutos.


Te asomas a la mesa que marea,
miras papeles,
                         mares que se ajan,
letras confusas,
                         hojas de otro otoño,
el registro del día,
                         el laberinto
donde solo tuviste luz
                                      unos minutos.




Ecuación





Ármase una palabra en la boca del lobo
y la palabra muerde.

En el movedizo fulgor del cielo
hacia el ocaso,
callada encalla, se vuelve brillo,
es Venus:
                 cordera que encandece.




La mentira



Vuelan fronteras de un país
cuyo falso centro está en nosotros
que quién sabe  donde estemos.
El norte está en el sur,
este y oeste se confunden,
el sur se pierde entre la bruma
y dentro lo más vivo es la mentira.

¿Quién no tiene un cachorro de mentira?
¿Quién no le da su fiesta acostumbrada
lo impone en campo imaginario?
¿Quién no draga o airea
su mínima mentira, sea gris o grandiosa,
y la lleva
donde los pájaros las mariposas vuelan,
verdaderos, cada uno a lo suyo?

Y cuántos
celan la mentira del otro
mientras sin malicia los mira
la honestísima muerte.


los dos primeros poemas pertenecen al libro Tropelía y el último a Arder,Callar según las versiones que aparecen en Procura de lo Imposible,Ediciones Fondo de Cultura Económica de México,1998.

martes, 10 de julio de 2012

SEAMUS HEANEY (IRLANDA DEL NORTE,1939)




Casa de verano

I
¿Era el viento de los vertederos
o algo en el calor

que nos seguía los pasos, con el verano agriándose,
y un nido pestilente incubando en algún lugar?

¿De quién era la culpa?, me preguntaba, inquisidor
del aire poseído.

Para de pronto descubrir,
al levantar la estera

que había larvas, moviéndose-
e hirviendo, hirviendo, hirviendo.

II
Mientras arreglo la puerta, con mis brazos
repletos de cereza silvestre y rododendro,
a través de la entrada escucho su perdido
gimotear, que, carraspeando, tintinea
mi nombre, una y otra vez.

Oh amor, he aquí la culpa.

Las flores sueltas entre nosotros
se reúnen, componen
una especie de altar del mes de mayo.
Estos capullos francos y caídos
se tiñen pronto del color de un dulce bálsamo.

Asiste. Unge la herida.

III
Oh atendimos nuestras heridas con corrección
bajo la dulzura hogareña

y yacemos como si la superficie fría de una hoja
nos hubiese dejado sin aliento.

Postulo más y más
curas gruesas, como ahora

cuando te doblas en la ducha
el agua vive cayendo por la pila bautismal de tus pechos.

IV
Con un definitivo
impulso nada musical
largos granos empiezan
a abrirse y se separan

hacia adelante
y de nuevo agotamos
el blanco, pateado
camino al corazón.
V
Mis hijos lloran la calurosa noche extranjera.
Caminamos por el suelo, mi boca podrida se desahoga
contigo y yacemos rígidos hasta que el alba
acude a la almohada, y al maíz, y la viña

que sostiene su plena carga hacia la luz.
Las rocas de ayer cantaban cuando las golpeábamos
estalactitas en las viejas cuevas, goteando oscuridad -
nuestras llamadas de amor pequeñas como un diapasón.

De "Invernando" 1972
 
Versión de Vicente Forés y Jenaro Talens

miércoles, 20 de junio de 2012

SAM HAMILL ( U.S.A , 1943 )





Primera nevada



Los momentos que nos compartieron
fueron aquellos que nos separaron,
y ya no están aquí;

nunca más los profundos prados
recordarán nuestros nombres
escritos en la lluvia.

Lo que ha quedado sin terminar
así ha de quedar,
el blanco silencio

desciende ahora a través de los prados
donde las vainas oscuras de los frutos
se abren inútilmente.




Lo que el agua sabe



El alma debe aprender a perdonar aquello que la boca canta.
a los ojos del mundo una rata es tan moral como un monje.
sin embargo, el corazón es un río
derramándose de sí mismo,un río que no puede ser vadeado.

Este río desemboca en una bahía
y se vuelve sobre sí mismo con la marea entrante,
transporta el canto del somorgujo y la sal
de lo indescriptiblemente humano.

Un águila distante penetra la boca de otro río
allí ya no nadan los salmones y, sus anchas alas, planean
río arriba hasta desaparecer en la nada de donde vino.

Sólo el pensamiento permanece . Careciendo de la astucia del águila
o de la sabiduría del gorrión, ¿hacia dónde me dirigiré,
ahogándome en el dolor? ¿Quién sabrá lo que los árboles saben?
Aquello que sabe el joven arce con su paciencia de arañas o ¿qué
es lo que confiesan los sauces?

Déjenme ser agua.El corazón se derrama en olas.
Escuchen lo que las aguas nos dicen.
Viento,sé nuestro amigo.
No existe nada que no pueda perdonar.



Certera observación



Tu Fu,viejo y devastado por la tisis,
se inclinó sobre la hoja de papel de mora
y escribió los caracteres que representan
"un" y "ganso salvaje",
sus ojos debilitados por la luz de la luna.

Puesto que era octubre en su vida,
él llenó nuevamente su copa con vino.
Sus alegrías no eran grandes ni muchas.
Pero,eso si,muy precisas.



de Un canto pisano, Postales Japonesas Editora, Córdoba, 2010, versión de Esteban Moore (Buenos Aires, 1952)


domingo, 10 de junio de 2012

SUJATA BHATT (AHMEDABAD,INDIA,1956)

 
Las voces 
 
 
Primero el sonido de un animal
inimaginable.

Luego: el susurro de un insecto, el silencio de un pez.

Y después las voces se tornan más y más altas.

La voz de un ángel que recién ha muerto.
La voz de un niño que se niega
a convertirse en un ángel con alas.

La voz de los tamarindos.
La voz del color azul.
La voz del color verde.
La voz de los gusanos.
La voz de las rosas blancas.
La voz de las hojas arrancadas por las cabras.
La voz de la escupida de una serpiente.
La voz de la placenta.
La voz del latido del corazón del feto.
La voz del cuero cabelludo del cráneo
cuyos cabellos cuelgan detrás de una vitrina
en un museo.

Solía pensar que había
sólo una voz.
Solía esperar
pacientemente a que esa voz regresara
y volviera a comenzar el dictado.

Estaba equivocada.

Ahora ya no puedo contarlas.
Ya no puedo
tomar nota de lo que quieren decir.

La voz del fantasma que quiere
morir una vez más, pero esta vez
en un cuarto mejor iluminado y con fragantes flores
y con otros parientes.
La voz del lago congelado.
La voz de la niebla.
La voz del aire mientras nieva.
La voz de la niña
que aún ve unicornios
y conversa con ángeles cuyos nombres conoce.
La voz de la savia del pino.

Y después las voces se tornan más y más altas.

A veces las oigo
reírse de mi confusión.

Y cada una de las voces insiste
y cada una de las voces sabe
que es la única y verdadera.

Y cada una de las voces dice: sígueme
sígueme y te llevaré de la mano –

sábado, 26 de mayo de 2012

JACK HENRY ABBOTT (U.S.A, 1944 - 2002)



Mentiras



No importa lo que se dice y se hace
Lo ven los ojos.
A la facultad legislativa de la mente
No le preocupan las apariencias y palabras
No hay nada listo y terminado.
  Nada.
Ni siquiera tu rencor.
Sobre todo tu rencor.
Así que no me pidas disculpas.

He andado encorvado debajo de tu corazón,
Esa corona de sangre fría
Que sostiene la joya resplandeciente
De la contradicción en tus ojos.

Creo que los arrancaré
De tu cráneo
Y los trituraré en mi puño

...Te daré un perro como lazarillo
Te daré los ojos que jadean y salivan,
Ojos que andan a cuatro patas...
Ojos que se encogen al sonido de mi voz;
     Miénteme entonces.
Dime que te va bien la vida
...Cuando tos tus recuerdo hayan sido destilados
En la imagen transformada,la Idea
de una mano mecánica que se extiende
Para arrancarte los ojos.
        Miénteme entonces,
        Miénteme entonces,Ojos de perro.
        Miénteme entonces.

de En el vientre de la bestia - Ediciones Martínez Roca - 1981 - Barcelona - Traducción de Jordi Fibla.

jueves, 10 de mayo de 2012

EZRA LOOMIS POUND (U.S.A ,1885-1972)




Monumentum aere,etc.




Decís que soy presumido;
Que alardeo de presuntuoso.

En pocos años nadie recordará lo buffo.
Nadie recordará mis aspectos triviales,
Los detalles patéticos se perderán para siempre.
En cuanto a vos,te pudrirás en la tierra,
Y dudo que tus despojos siquiera resulten fértiles

Para que crezca césped
Sobre tu propia tumba.



Y los días no están lo suficientemente llenos



Y los días no están lo suficientemente llenos
Y las noches no están lo suficientemente llenas
Y la vida se pasa como pasa un ratón por el campo
                        Sin agitar la hierba.




de Argentarium,Ediciones En danza,Buenos Aires,versión de Monumentum aere etc. de Javier Cófreces - Matías Mercuri; versión de Y los días no están suficientemente llenos de Ezequiel Zaidenwerg.

domingo, 6 de mayo de 2012

WILLIAM BUTLER YEATS (1865-1939)



Paz



Ah,que el tiempo forme una forma
de mostar lo que la edad de Homero
le daba a un héroe como recompensa.
"Toda su viuda fue tormenta.
Los pintores nunca podrían
pintar tus nobles líneas",dije,
"esa cabeza alta y delicada,
esa seriedad de su encanto,
esa dulzura entre la fuerza".
Pero la paz que al fin llegó
llegó ya cuando el Tiempo
le había dado forma a sus formas.



Contra la alabanza inmerecida


Tranquilo,corazón,que los bellacos
lo que no se escribió para su aplauso
no lo podrán quebrar.Pues se escribió
para gloria de una mujer,y debe
parecerte el trabajo suficiente
- y ella tus fuerzas así hizo renacer-
una leona,estallando,estallando salvaje.
Un secreto tendido entre los dos,
entre el orgullo y el orgullo.

¡No me digas que igual quieres oírlos!
Habiendo,al fin,un texto más alto:
el laberinto de sus propios días
que asombró a su propia extrañeza;
ese soñar le dio calumnia,ingratitud
de esos bellacos, y mucho más que eso.
Pero cantando por su camino,
ella está en paz, leona y niña.



La fascinación de lo difícil



La fascinación de lo difícil
ha secado la savia de mis venas,
la espontánea alegría del corazón
ha arrancado,y el natural contento.
Algo aflige al corcel, que ahora,
como si no tuviera sangre sagrada,
de nube a nube no puede saltar
como lo haría en el Olimpo,
sino temblar abajo del látigo
y tironear, sudar y sacudirse
como si de arrastrar un carro se tratara.
A mis obras de teatro las maldigo;
tienen que hacerse de cualquier manera,
guerreando diariamente con los tontos,
con los negocios y arreglos humanos.
Antes de que regrese el alba,juro
que encontraré el establo
y arrancaré las cerraduras.



de W.B.Yeats - Poemas Completos,Traducción,presentación y notas Eduardo D'Anna (Rosario,1948) - Alción Editora - Córdoba,2011)

sábado, 3 de marzo de 2012

FAHREDIN SHEHU (RAHOVEC,KOSOVO,1972)

 
 
 
ASÍ HABLÓ TAMARA


 
He pulido los ojos del niño sufriente
Eliminando las capas vaporosas de su visión
Para ver los dientes brillantes, mientras sonrío,
Y el latente y bien oculto planeta de odio en mi alma

He lavado la estratósfera de desastres
Sus padres depositados cuidadosamente en su ser
Con lágrimas de amor impregnadas
He quitado todas las membranas de espíritu contaminado

Le concedí una sonrisa a una rana
Y un beso al jade silencioso

Filtré el rocío del pétalo de la rosa blanca
Y conté los rubíes de la granada madura

He plantado todo tipo de frutas
Y creado un parque de juego para todos nosotros
Usted puede llamarlo un huerto
Usted puede llamarlo la plantación del recién nacido del amor

Pero conozco su Tachyon-IC [1] del suelo
Donde sólo el amor puede plantar su semilla

He adaptado un vestido color de esmeralda
Y lo perfumé con ámbar para que todos los niños lo usen
Le di de comer a todos los estómagos [2]

Con la luz deslumbrante de mi alma
Para hacerlos transparentes
Para que sean iluminados

He creado el ejército de la sonrisa
Y convoqué a todos los expertos para desmantelar la maquinaria de odio
En los campos de la sinfonía de la luz
En el sagrado momento de la eternidad

He abrazado a todos los niños, visibles e invisibles
Y regocijado su felicidad

He aplastado todas las armas
Que humanos y demonios han creado
Y así convertida en polvo cada una de ellas,
Una sonrisa dio a luz al amor
 
 
Notas del traductor:
[1] Teóricamente, se trata de una partícula subatómica que se mueve siempre más rápidamente que la luz.
[2] El autor dice, en el original inglés: “I feed every stomach”, lo que se puede traducir literalmente como “le di de comer a cada estómago”; mas en español esta última palabra puede sonar chocante y lejana del estilo empleado por el poeta hasta aquí. Por ello he preferido la versión presente
 
 Traducción de Luis Benítez (poeta y ensayista,Buenos Aires,1956)según la versión aparecida en la revista literaria Realidades y Ficciones,Número 8,Marzo de 2012,AñoIII.